Música para las tripas
Este es un post sobre controversias y lo que es arte y lo que no. En este blog hablan personas que podrían o no ser artistas, según a quien escuches. Yo soy un consumidor de arte, y doy mi opinión como tal.
Jeremy Soule es un gran compositor. Un gran gran compositor… de bandas sonoras de vídeojuegos. Para críticos de arte como Roger Ebert los vídeojuegos no pueden ser arte. Yo entonces escucho la música de Jeremy Soule y digo que los videojuegos pueden ser arte apilado encima de arte, y que si algo que ha inspirado a una persona a crear una música así no es arte, entonces nada lo es. Y entonces lo escucho y me doy cuenta de que, en realidad, gente como Ebert cumplen el papel que los críticos de arte han cumplido siempre, y que no importa al final.
Probablemente a quien no le molen los videojuegos el nombre de Jeremy Soule no le dirá nada. Pena para ellos, por partida doble. A quien le gustan los juegos le sonarán Baldur’s Gate: Dark Alliance, Neverwinter Nights, Morrowind, Oblivion, Supreme Commander, Icewind Dale, Dungeon Siege, la saga de adaptaciones de Harry Potter, Prey, Star Wars Knights of the Old Republic y muchos más.
Jeremy Soule no es el único gran compositor de juegos que hay por ahí, ni mucho menos. Como las series de TV, los videojuegos han atraído un talento que en muchos casos parece haberse ido de Hollywood. Pero está para mi al nivel de un Basil Poledouris, o un John Williams, o un Hans Zimmerman, o un Wagner o un Beethoven. Sí, acabo de comparar a un compositor contemporáneo con Beethoven. La experiencia emocional que me han proporcionado sus obras es comparable. Así son las cosas.
Cuando me voy a entrenar un rato, y llevo el mp3 (o lo llevaría si lo encontrara), lo llevo hasta arriba de música como la de Jeremy Soule. Porque cuando escucho cosas como esta que enlazo después (escuchadlo, por favor, sólo son 2 minutos escasos) me inspira, me lleva a intentar cosas que no sabía que podía, me hace pensar en cosas hermosas, y sobre todo me hace apretar los dientes e intentarlo una y otra vez. Inspirar a la grandeza, ¿no es una de las muchas cosas que el arte trata de conseguir?
Yo escucho cosas como estas y miro con pena a los que dicen que los juegos son cosas de críos y que los adultos no deberían perder el tiempo en chorradas como estas. Pero verdadera pena. Cada una de esas composiciones evoca cosas. Y en el caso de juegos que he jugado, recuerdos de la maravillosa experiencia de explorar esos mundos imaginarios, de maravillarme ante los paisajes de Oblivion o Morrowind, ante las historias de Baldur’s Gate o Icewind Dale, de la sensación de triunfo al vencer al juego y llegar al final, de recordar experiencias artísticas que ningún crítico como Ebert podrá negar jamás. Por eso no importan. Porque es música que te llega a las tripas, al alma. Porque un gran juego puede ser una experiencia artística como leer (o ver) El Señor de los Anillos.
Sólo son dos minutos. Merece la pena, en serio.
Pues si, realmente se siente en las tripas. Literalmente.
Me gusta. Me gusta y estoy 100% de acuerdo. Aún guardo con cariño las pistas del Heroes of Might & Magic IV, por las sensaciones que me producen – Tranquilidad, grandeza, orden, desesperanza…
Me eleva particularmente este trocito de la banda sonora de World of Warcraft.
Una cosa, por un lado defiendes la calidad a nivel puramente de composición de Jeremy Soule, y dices -muy bien dicho- que su música te evoca sentimientos, y que eso es lo que cuenta en el arte. Pero luego argumentas que la música te evoca imágenes y sensaciones porque estás recordando y rememorando lo que anteriormente has experimentado a través del videojuego. Entonces, no puedes decir que su música por sí sola está a la altura de, perdón por la hipérbole, auténticos Dioses de la Música, como Beethoven o Wagner.
Yo, por ejemplo, no he jugado a Icewind Dale y he escuchado la pieza y me ha parecido del montón. Es decir, está bien, bastante bien incluso, pero nada más. Tus sentidos están condicionados por tu experiencia previa al mando del videojuego, que ya te ha evocado paisajes, climas y sensaciones, pero no puedes afirmar que la música por sí sola logra esta hazaña.
Y si la calidad de un artista se midiese exclusivamente por la experiencia emocional personal de cada uno, entonces no existirían estudios, expertos, libros o críticos sobre los distintos campos del arte, que sitúan claramente a unos por encima de otros. Ojo, me doy cuenta de que has puesto “para mí… Jeremy Soule está por encima de…”, sólo quería recordar ese punto por si acaso. Que no podemos reducirlo todo a la subjetividad, también hay una parte de análisis objetivo, sino todo el mundo sería crítico de todo.
PD: Cuidado, es Hans Zimmer a secas 😉
Una cosa que no he especificado (mal hecho) es que esto me ocurre con bandas sonoras de videojuegos que no he jugado, como por ejemplo la BSO del Gun, por Christopher Lennertz 🙂 Cierto, en aquellos videojuegos que he jugado se conjugan ambas cosas, pero también te puedo relatar videojuegos que no me han emocionado mucho, peor cuya BSO sí me evoca esas sensaciones, a pesar de que el juego era una castaña. 🙂